domingo, 20 de septiembre de 2015

La vida detrás de las preposiciones

Hola a todos,

El día de hoy les compartimos esta interesante reflexión de Karina Bailey sobre los matices de significado que hay en esas palabras tan importantes para la labor del traductor: las preposiciones. Es un artículo juguetón e intuitivo que surge de preguntarse: ¿qué hay detrás de las preposiciones? Esperamos que les guste.

La vida detrás de las preposiciones
por Karina Bailey


Cuando vemos una acción en cámara lenta nos damos cuenta  de la cantidad de micro instantes que la componen. Esto resulta evidente en la creación de los dibujos animados: para mostrar la secuencia de Blancanieves comiendo  una manzana, por ejemplo, se necesita una gran cantidad de fotogramas con diferencias muy sutiles, casi imperceptibles. Cuando enunciamos una acción, en cambio, pareciera que las lenguas, imposibilitadas de mostrar simultáneamente todos esos fotogramas, tuvieran que elegir alguno, el que describa mejor la acción completa.

Esto me viene a la mente mientras traduzco del inglés. La oración no puede ser más sencilla: “Peter arrives in London at 3 o’clock”. De inmediato escribo casi automáticamente: “Peter llega a Londres a las tres”.  Aunque ambas oraciones significan lo mismo y su traducción no genera dilema alguno, por alguna extraña razón pienso en el engorroso tema de las preposiciones. ¿Por qué el inglés elige “in” y el español “a” para expresar lo mismo? Sí ya lo sé: porque la gramática española nos dice que ciertos verbos de movimiento llevan la preposición “a” que, entre otras cosas, indica la tendencia de la acción, mientras que la gramática inglesa nos dice que la preposición “in” señala, entre otras cosas, la locación de una cosa o persona. Pero algo me dice que ambas oraciones, aunque significan lo mismo, no significan lo mismo porque se están refiriendo a un micro instante diferente de una misma acción. Es decir, si bien las dos podrían representarse con una imagen de Peter en Londres a las tres de la tarde, imagino la acción como si fuera un dibujo animado y me parece que en inglés veríamos el último de los fotogramas, es decir a Peter  literalmente con ambos pies en el suelo de Londres, ya que “arrive in London” expresa más el hecho consumado de haber llegado, mientras que en español podríamos ver el fotograma inmediato anterior, aquel en el que Peter está a punto de poner un pie en Londres, dado que en español, la oración con la preposición “a”, a pesar de estar ligada al verbo llegar, aún encierra la idea de dirigirse hacia algún lugar.

En este sentido, las preposiciones son como pequeños tornillos que sueldan en la mente la forma en la que entendemos nuestra ubicación espacial y temporal, incluso dentro de unos micro instantes cuya diferencia es casi imperceptible, a menos que los pensemos como una secuencia en cámara lenta. Sabemos que las lenguas están vivas, pero no sólo porque cada día se reinventan y sus hablantes las van alimentando con renovadas ocurrencias y necesidades en un mundo que no deja de cambiar aceleradamente, sino también porque cada una de las pequeñas partes que las componen pareciera latir con vida propia. Las preposiciones,  aquellos nexos rígidos, aparentemente vacíos, que  causan conflicto a propios y extraños, y que estamos obligados a engullir mecánicamente desde niños, se revelan, bajo esta óptica, como pequeñas articulaciones con vida, resquicios o ventanas por las que nos podemos asomar para descubrir que, incluso detrás de las oraciones más simples, existe todo un  engranaje que de forma muy sutil determina su funcionamiento e incide en su significado.




*Karina Bailey cursó la carrera de filosofía en la UNAM. Ha realizado estudios de lengua y cultura en Estados Unidos y Francia, y de teoría crítica en México. Desde hace quince años trabaja en generación de contenidos para varios medios y empresas, y traduce de forma cotidiana textos de diversa índole. Actualmente forma parte del Círculo de Traductores.







1 comentario: