Nos comparte Amador Fernández-Savater el siguiente artículo de Stevphen Shukaitis, publicado este pasado junio en el sitio transversal texts, muy interesante y recomendable, "el medio de un devenir que nunca querrá convertirse en una editorial". Entre los "diez pensamientos" de Shukaitis aparecen muchas cuestiones que nos conciernen a los traductores, como parte del mundo de "los editados". Además, la idea de que "se publica para encontrar camaradas" está en sintonía con el trabajo de muchos de nosotros, ¿no creen? A ver qué les parece. Saludos,
Lucrecia
¿Hacia una insurrección de los editados? Diez pensamientos sobre garrapatas y camaradas
Stevphen Shukaitis
Traducción de Marcelo Expósito
Tomado de: http://transversal.at/transversal/0614/shukaitis/es
1. «¡Se publica para encontrar camaradas!». Esta
declaración de André Breton (1997: 52) es adecuada para comenzar a discutir qué
significa o qué significaría una insurrección de los editados. No se trata de
una declaración simplista de Breton, sino de algo sobre lo que merece realmente
la pena reflexionar con el fin de sopesar los cambios acaecidos en la relación
actualmente agitada entre la edición, la política y más en general el trabajo
cultural. Porque lo que Breton dice aquí no
es que uno publique para propagar y difundir algo ya absolutamente concebido:
no se trata de publicar una revelación o de hacer tomar conciencia a un público
fijo imaginario. Bretón está describiendo más bien algo que podría llamarse una
edición de resonancia. Esto es, no una práctica de la edición que tenga
necesariamente la intención de convencer a alguien de algo, sino que más bien
funciona estableciendo las condiciones para una coproducción del significado.
Publicar no es por tanto algo que ocurre al final de un proceso de pensamiento,
el llevar adelante un trabajo intelectual o artístico, sino más bien el
establecer un proceso social donde este trabajo se pueda desarrollar.
2. En este sentido, podría pensarse que la
organización misma del proceso productivo editorial es tan importante como lo
que se produce. ¿De qué manera? Se deduce lógicamente de la idea de que uno
publica con el fin de animar nuevas formas de relaciones sociales, que se hacen
posibles mediante la extensión y el desarrollo editorial, mediante la relación
social que ello anima. Publicar comporta por sí mismo y a través suyo ciertas
competencias de cooperación social que son valiosas aun cuando lo que se
produzca como producto final no sea un resultado excelso. Esto podría incluso
no tener ninguna importancia. En resumen, publicar es la iniciación de un
proceso corporizado que produce y reproduce conocimiento y comprensión, antes
que la creación de objetos fijos que contienen y fijan un entendimiento
completo. La producción de una comunidad de colaboración y de significados
compartidos, la producción de un público, contiene de por sí una riqueza que es
a veces más grande que un simple texto. La producción del texto es valiosa solo
por las relaciones sociales en las que se inserta y a través de las cuales
produce significado.
3. Es por esta razón que ha habido históricamente una
cercana relación entre formas de movimientos sociales y cambios en la
producción de medios de comunicación. Esto se puede ver claramente en el
excelente libro de Sean Steward On the
Ground (2011), que explora la conexión entre el desarrollo de la escena
underground y contracultural y la emergencia de la edición alternativa en la
década de 1960. Hay entre ellas una relación semejante a la que ha sido
explorada con frecuencia en el desarrollo de las políticas radicales de la
década de 1970, particularmente en lo que respecta al surgimiento de la
producción de fanzines en torno al punk y el uso de fotocopiadoras (2008). De
manera semejante, Jodi Dean ha sugerido que tuvieron una gran importancia en la
formación del partido bolchevique las necesidades impuestas por la publicación
de un diario, con los intensos compromisos y formas de organización necesarias
para sostenerlo (2013). Esto no es caer en un determinismo tecnológico
mcluhanesco donde los cambios en la forma de los medios de comunicación son la
imagen directa de cambios en la composición social la cual a su vez determinan.
Se trata más bien de reconocer que la producción medial y las culturas de los
movimientos sociales están estrechamente entretejidas, de tal manera que los
cambios recíprocos son complejos y suceden a varios niveles.
4. Probablemente uno podría encontrar un gran número
de otros ejemplos para pensar sobre la
relación entre los cambios en la imprenta y la política, haciendo un análisis
comparativo de tales ejemplos, y sobre qué han significado estos cambios para
quienes se han visto implicados. Y eso sería útil porque quizá nos conduciría a
desarrollar una gramática más refinada de la subjetivación política en relación
con la naturaleza cambiante de las políticas de edición[1].
Y se podría continuar con la explosión de entusiasmo que vino con las varias
olas y cambios en el surgimiento de la tecnología de internet, entusiasmo que
retorna después de los repetidos estallidos de las burbujas tecnológicas, para
resurgir con cada nueva y sucesiva forma de interacción tecnológica, de los
blogs a los medios sociales (Henwood, 2003). Es importante aprender de estas
lecciones pasadas en la medida en que nos permitan acometer una insurrección de
los editados enfrentada a las dinámicas del presente. ¿Cuáles son las
condiciones actuales de las políticas de edición como afectos en los regímenes
laborales, culturales y mediales actualmente en transformación?
5. Uno podría estar tentado a pensar en las actuales
dinámicas de las políticas
editoriales empezando por la línea lanzada por David
Batterham, en el sentido de que la mayoría de los libreros son bastante
chapuceros, lo que según él no resulta sorprendente «dado que todos nos las
hemos arreglado para escapar o evitar formas de trabajo más regulares» (2011:
7). El problema de esta observación es que, mientras antaño pudiera haber sido
posible escapar de «formas de trabajo más regulares» mediante ciertas
ocupaciones literarias o editoriales, hoy parece más bien que es el trabajo el
que escapa de nosotros, en el sentido de que los empleos dignamente remunerados
han desaparecido en general de las industrias editoriales y mediales. El otro
día conversaba con un amigo empleado en una editorial independiente bastante
grande y me describía cómo estando cercano a los cuarenta y trabajando en algo
próximo a lo que imaginaba que sería su trabajo ideal, aun así se veía obligado
a compartir casa con otras tres personas y subsistir con unos ingresos más
aptos para una vida estudiantil que para alguien que ha realizado un trabajo
profesional durante más de diez años. Podríamos pensar, junto con Jaron Lanier
(2013), que esto sucede como efecto de la destrucción del trabajo de clase
media, particularmente las formas de trabajo cultural y de producción medial
derivadas de las tecnologías en red.
6. ¿Estamos entonces experimentando una muerte de la
imprenta? Alessandro Ludovico ha escrito recientemente un libro excelente que
rastrea la historia de esta sugerencia desde la primera constancia que de la
misma se tiene en 1894 hasta el presente (2011). Dado que se puede rastrear
esta idea desde hace más de un siglo, quizá por ello no sorprenda que la
pregonada muerte inminente de la imprenta suene un poco repetidamente exagerada.
Pero que la imprenta no parezca ir a morir no significa que no esté cambiando,
viéndose drásticamente afectada por las constantes transformaciones de la
tecnología y las dinámicas del mundo digital. La publicación impresa se ve
también modificada por sus propios sujetos y reclamos en conflicto, inmersa en
variables expectativas sobre el papel de los medios y habituada a
interrelacionarse con múltiples plataformas mediales. Ludovico sugiere que
estas mutaciones en las políticas editoriales podrían paradójicamente conducir
a una revitalización de la imprenta. Yo daría personalmente la bienvenida a
este resultado, puesto que, a pesar de la actual explosión del número de
materiales puestos a disposición por medios digitales, hay un cierto sentido
del tacto que se pierde en el camino. En esta revitalización, la imprenta
podría seguramente no ser el mismo medio de masas que antes fue. Quizá se trate
de un proceso semejante al del ascenso de los medios digitales en la música,
que se ha visto acompañado por la vuelta del vinilo como medio celebrado por
sus cualidades estéticas.
7. Es en esta conjunción de dinámicas sociales y
tecnológicas donde me gustaría situar un proyecto como Minor Compositions, la
serie de ediciones que he estado dirigiendo para Autonomedia desde 2009. Su
orientación general sintoniza con la historia de la propia Autonomedia, que ha
estado publicando libros de teoría, cultura e historia anarquista y autónoma
desde principios de la década de 1980. Minor Compositions comenzó como un
subproyecto de Autonomedia, en el sentido de que era (y es) parte de ella, pero
operando con un alto grado de independencia editorial. Y dado que Autonomedia
ha sido siempre bastante escéptica en lo que atañe a la propiedad intelectual y
a los cercamientos del conocimiento establecidos por el copyright, ello
significa que habitualmente nos sentimos cómodos con que otras personas tomen y
distribuyan libremente el trabajo que hemos hecho. Y en muchos casos esto es
precisamente lo que ha sucedido, llevando a formas mucho más amplias y
desarrolladas de distribución que no hubieran tenido lugar de otra manera, como
es el caso de la extensa diseminación de la escritura de Hakim Bey / Peter
Lamborn Wilson. En la mayoría de los casos no se trataba de que publicáramos en
internet los archivos digitales de los libros gratuitos. Este fue un paso
adelante que adoptó Minor Compositions, publicando el PDF final para descarga
gratuita de cada título producido. Ha sido así para todos y cada uno de los
diecinueve títulos que se han producido hasta ahora. No se puede decir que haya
habido una relación meramente positiva entre la compartición gratuita de
información y la capacidad del proyecto para reproducirse, pero resulta
complejo el hecho de que, si bien esta compartición ha requerido a veces costes
significativos, a la vez ha producido beneficios en términos de circulación y
desarrollo de ideas.
8. La pregunta sigue siendo ¿cómo afecta todo esto a
las políticas de edición en código abierto? ¿Podemos afirmar que todavía son
posibles cuando se han convertido, aun de manera distorsionada y diluida, en la
política de numerosos gobiernos? Yo razonaría que sí, que hay todavía
potencialidades políticas en la publicación abierta para una insurrección de
los editados, pero son más nebulosas y complicadas que antes. Mientras que hace
varios años habría parecido razonable pensar que el acto mismo de la
publicación abierta podría servir como base de una política enfrentada a los
argumentos de conservadores como Mark Helprin, quien acusó a quienes estaban
implicados en la producción open source de
ser precursores de un nuevo barbarismo digital (2009), hoy ya no es así. El
acto y el proceso de la edición en código abierto no son por sí mismos
suficientes como base de una política. La cuestión es más bien, volviendo a
Breton, qué se hace posible mediante el proceso de publicación abierta. Gary
Hall, uno de los fundadores de Open Humanities Press, argumenta que «la ética y
la política de edición y archivo open-access
no viene preestablecida, sino que tiene que ser producida e inventada
creativamente por sus usuarios en el proceso mismo de uso» (2008: 27).
9. Esto significa que invocar la noción
de apertura o recurrir a ella continuamente pudiera ser efectivamente una
condición para la insurrección de los editados, pero no
su única característica. Hemos de plantearnos también estas preguntas: ¿cómo y
para quién se constituye esta apertura? O lo que quizá sea más importante, ¿qué
es lo abierto de la publicación abierta?, ¿qué tipos de relaciones sociales sostiene?,
¿cuáles ayuda a evitar?, ¿cómo puede servir para extender la socialidad
editorial que argumentaba Breton? Una manera interesante de pensar este tipo de
cuestiones, aunque sea un poco extraña, sería remitirse al comentario de
Agamben acerca de las investigaciones sobre las garrapatas de Jakob Johann von
Uexküll (2006). Tal y como Uexküll la describe, la garrapata está completamente
abierta al mundo. Pero hay que decir también que su apertura se constituye en
una manera bastante limitada: sentir el movimiento de la sangre cálida de un
mamífero sobre el que dejarse caer y, una vez succionado su necesario alimento,
morir. En esta versión de lo abierto, no se trata de una capacidad ilimitada de
devenir y transformarse, sino más bien de la capacidad que el organismo tiene
de interactuar con su mundo particular. No es por tanto cierto el afirmar que
la garrapata no está abierta al mundo; lo está tanto como puede, sosteniéndose
mediante esa relación con el mundo.
10. La insurrección de los editados debe comenzar por
esas preguntas. ¿Cuál es la apertura al mundo producida mediante las relaciones
sociales editoriales en las que actualmente nos encontramos? Esto no se puede
responder analizando las políticas de producción mediales por sí solas o el
mero trabajo implicado en la producción de los medios, no importa cúan político
o no cada caso nos parezca. La cuestión es más bien cuál es la ecología medial
de las políticas editoriales que está inserta a su vez en ecologías más amplias
de producción, circulación, distribución y consumo medial, en una era en la que
la diferencia entre estas acciones antes distintas entre sí tiende
crecientemente a disiparse. No se trata sencillamente de cuál es el mejor modo
de organizar la producción editorial y medial autónoma, aunque eso sea una
tarea importante, sino también de cuáles son las mejores maneras de organizar
los públicos y los undercommons
(Harney y Moten, 2013) que se articulan mediante la producción medial, los
cuales a su vez realimentan y sostienen el desarrollo continuo y el mundo de
vida de la producción medial autónoma. Como Breton diría todavía hoy, se
publica para encontrar camaradas, pero no meramente para encontrar camaradas
como consumidores de información o medios, sino más bien co-conspiradores y
cómplices.
Referencias:
Agamben, Giorgio (2006), Lo abierto. El hombre y el animal, Buenos Aires: Adriana Hidalgo.
Batterham, David (2011), Among Booksellers: Tales Told in Letters to
Howard Hodgkin, York: Stone Trough Books.
Breton, André (1997), citado en
Gareth Branwyn, Jamming the Media: A
Citizen’s Guide Reclaiming the Tools of Communication, Vancouver, Chronicle
Books.
Dean, Jodi (2013), El horizonte
comunista, Barcelona: Bellaterra.
Duncombe, Stephen (2008), Notes from the Underground, Bloomington:
Microcosm.
Hall, Gary (2008), Digitize This Book! The Politics of New
Media, or Why We Need Open Access Now, Minneapolis: University of Minnesota
Press.
Harney, Stefano y
Moten, Fred (2013), The Undercommons.
Fugitive Planning & Black Study, Oakland: Minor Compositions, AK Press.
Helprin, Mark (2009), Digital Barbarism: A Writer’s Manifesto,
New York: Harper.
Henwood, Doug (2003), After the New Economy, New York: New
Press.
Kluge, Alexander y Oskar Negt
(1993), The Public Sphere and Experience.
Towards and Analysis of the Bourgeios and Proletarian Public Sphere,
Minneapolis: The University of Minnesota Press.
Lanier, Jaron (2013), Who Owns the Future?, London: Penguin.
Ludovico, Alessandro (2012), Post-Digital Print – The Mutation of
Publishing since 1894, Eindhoven: Creating 010.
Stewart, Sean (2011), On the Ground, Oakland: PM Press.
[1] Hay una
cantidad inmensa de investigación académica que en múltiples
campos ha explorado precisamente estas cuestiones, desde el trabajo de Habermas
sobre el surgimiento de la esfera pública burguesa, pasando por la noción de esfera pública
proletaria de Kluge y Negt (1993), hasta la actualización y expansión de la
teoría de la esfera pública por Michael Warner y Nancy Fraser.
La imagen: AND Publishing "Working in The Edges" book launch at The Showroom, London 20 Jan 2014 ; Photo Eva Weinmayr.
Tomado de: http://transversal.at/transversal/0614/shukaitis/es
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