Nos comparte Josefina Pacheco esta reseña que escribió luego de asistir al Taller de Cómic que impartió Alfredo Villegas en el mes de julio.
Les recordamos que en este enlace permanente pueden consultar el catálogo de talleres del Círculo de Traductores:
http://circulodetraductores.blogspot.mx/2016/06/catalogo-de-talleres-del-circulo-de.html
Testimonio de
participación en el Taller de cómic
impartido por Alfredo Villegas
Josefina Pacheco
Entré al taller, lo confieso, más que nada por curiosidad, y por el deseo de conocer nuevos lenguajes, nuevas modalidades del ejercicio de la traducción; no tenía expectativas muy definidas, al menos conscientemente.
En las primeras sesiones, Alfredo nos hizo llegar materiales que me fueron haciendo más y más consciente de que sí, además de los libros, el cómic había tenido un papel importante en mi vida escolar y personal. Un papel no sólo importante, sino también entrañable.
Traducir cómic no es tan fácil como parecería a simple vista: no se trata de uno, sino de dos lenguajes que, de manera conjunta, conforman significados. El cómic, además, tiene convenciones y términos descriptivos cuyo conocimiento —además de formar la capacidad del traductor frente a este género— hacen aún más disfrutable su lectura.
Tres rasgos me parecieron notables y asombrosas en Alfredo, como traductor y como maestro: su amplio dominio de la teoría. En el curso, que duró apenas cinco sesiones, leímos desde textos clásicos de teoría de la traducción hasta, desde luego, la “biblia” para comprender los cómics: Understanding comics, de Scott McCloud; artículos sobre lingüística aplicada, y toda una lista que, confieso, aún debo leer con detenimiento y sin prisa, pero que sin duda será utilísima para seguir haciendo ejercicios y realizar primeros trabajos en esta área.
La segunda cosa que me sorprendió en nuestro maestro fue su pasión y experiencia en esta tarea que, como lo he dicho, es un trabajo muy especializado. Alfredo, además de administrar el blog “House of Ñ”, da charlas, es el traductor de cómics como Chew, y un difusor de aproximaciones académicas a este arte —tan presente en nuestra vida cotidiana pero poco tomado en serio por ámbitos universitarios—. Hubo antes una charla y un taller al respecto —cuya organización corrió a cargo del Círculo de traductores—, los cuales contaron con la presencia de la especialista María López Villalba, de la Universidad de Málaga.
La tercera cualidad que me sorprendió de Alfredo fue su generosidad, su apertura para compartir sus materiales, que son todo un tesoro. Desde luego, como todo buen maestro, Alfredo nos compartió también sus conocimientos y experiencia con igual apertura.
Y fue así que recordé que Mafalda fue la primera lectura que disfruté y me acompañó toda mi infancia y adolescencia (no puedo creer que ya sea casi imposible encontrar a sus pequeños personajes, agudeza y sentido del humor en forma de libro: ¡qué pérdida tan grande para los pequeños que empiezan a leer!).
También recordé los bellos rostros de Muerte y Sueño en Sandmann, Amphigorey y sus bellas ilustraciones… y eso que no tenía gran relación con el cómic.
Gracias, Alfredo, por revelarme mi ñoñez, que en adelante será un gozo más vivo y consciente. Y espero, también activo, pues ya me tocará traducir algo con trazos más amplios. Será emocionante sin duda.
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