domingo, 27 de noviembre de 2011

Despedida a cuatro manos


Por el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires nos enteramos de la muerte del traductor español Hernán Sabaté, el pasado martes 22 de noviembre. El Club reprodujo la despedida que le escribió su amigo Andrés Ehrenhaus, y la retomamos también aquí. Para compensar la tristeza de la despedida y acercarnos al trabajo de Sabaté, reproducimos también la pequeña entrevista que les hizo a él y a su colega Montse Gurguí, con quien traducía a cuatro manos, la también traductora Noemí Risco Mateo en 2008 y que colgó en su blog Laberinto de ideas.


Chau Hernán, viejo roquero
Por Andrés Ehrenhaus
Tomado de

El  martes a la madrugada se murió Hernán Sabaté. Tenía más cicatrices que un torero y una mente lúcida como pocas en esta noble y trajinada profesión. Acabo de ir al portal del ISBN a corroborar lo que siempre nos admiraba de él: en efecto, bajo su nombre hay 478 entradas, todas ellas traducciones. Hernán traducía desde 1976, el año en que llegué a España, pero apenas me llevaba dos años de edad; sin embargo, su concepción absolutamente pragmática de la cosa es la que ha dado pie a esos números de récord Guiness, alejados de los de la mayoría de nosotros. Para Hernán, éramos, somos obreros, albañiles, peones, los jornaleros de la literatura, mensajeros anónimos de las letras ajenas, y en cierto modo estaba, está bien que apenas se nos vea. Para Hernán, ser invisibles era, es un don, un don que hay que devolver con esfuerzo, honestidad y paciencia; lo mismo le daba la peor de las novelas de serie rosa que el James Ellroy más difícil. Todo era, es trabajo, todo se tenía, se tiene que hacer bien. Hernán traducía para paliar el hambre de comida, no la sed de trascendencia. Creo que puedo decir con toda seguridad que Hernán traducía con alegría, que se alegraba de poder y saber traducir.

Cuatro días antes habíamos estado charlando con él y Montse Gurgui, con quien traducía a cuatro manos desde 1984, en el balcón que da a la cancha del Europa, el club más antiguo de Barcelona. Montse y Hernán acababan de ganar el Premio Esther Benítez, y Hernán estaba orgulloso de haber ganado el único premio que para él tenía sentido, porque al ganador lo votan los colegas de profesión: el reconocimiento de los pares lo gratificaba más que la somera visibilidad pública. Coherente hasta el final, Hernán sabía que solo los que saben saben cuánto cariño y trabajo hay dentro de cada libro. La entrega del premio se había adelantado al martes precisamente para que Hernán llegara, pero no llegó. Él ya lo había anticipado, con una sonrisa pícara, esa tarde mientras comentábamos la jugada: “Yo no sé si podré ir”. Un humor y una integridad de fierro hasta en las horas más trágicas. Así era y así vamos a recordarlo. Un hacha. Un corazón enorme. Un viejo roquero. Chau, Hernán.


Entrevista a Montse Gurguí y Hernán Sabaté

Por Noemí Risco Mateo

Tomada de: http://laberintodeideas.blogspot.com/2008/05/entrevista-montse-gurgu-y-hernn-sabat.html


Montse Gurguí y Hernán Sabaté llevan trabajando juntos desde hace muchos años. Es una manera diferente de traducir novelas y también más rápida porque como ellos mismos dicen, "Siempre ven más cuatro ojos que dos".

¿Cuándo y por qué decidisteis dedicaros a la traducción literaria?
Hernán: No quería trabajar en un sitio fijo y la profesión de traductor me facilitaba tener esa libertad. Además, me gustaba leer y se me daba bien el inglés, así que me pareció buena idea. Empecé en el 76 con Martínez Roca, también traduje algo para la revista de ciencia-ficción Nueva Dimensión. Por aquella época todo era muy diferente a ahora, la documentación era más lenta. Hay un antes y un después de Google.

Montse: En 1985, y sin tener nada claro a qué quería dedicarme tras un paréntesis hippie, me encontré con Hernán Sabaté en el metro, al que conocía de la facultad y del IEN, de las Ramblas y del London, y al que había perdido la pista desde hacía ocho años. Me contó que se dedicaba a la traducción literaria, me pasó el capítulo de una novela que estaba traduciendo para que yo probara, le echó un vistazo a la prueba y me animó a llevar el currículum a todas las editoriales que encontrara. También me pasó una lista de teléfonos y nombres de las personas por las que tenía que preguntar.

Al principio me dio algo de corte y probé suerte en otras editoriales, por lo que traduje manuales, fascículos de astrología, sexología, mecánica de automóviles, jardinería... y al cabo de un año en Edicions 62, por el hecho de que mi tatarabuelo fuera bisabuelo de Mercè Rodoreda, me encargaron mi primer ensayo y después, una novela. Cuando pude poner esos dos libros en el currículum ya no me dio corte ir a las editoriales que había señalado Hernán y a partir de ahí ha sido un no parar.

Hernán empezó en el 76, Montse en el 86, y empezaron a traducir juntos en el 96. Jeje, el número de la bestia, ¡qué casualidad! Soléis traducir libros juntos, ¿por qué? ¿Cuáles son las ventajas? ¿Y las desventajas?
Ven más cuatro ojos que dos.
Hernán: yo estaba cansado de trabajar tantos años solo, tenía la necesidad de comunicarme con alguien y le propuse a Montse hacer un libro a medias.
¿Las ventajas? Nos ayudamos mutuamente, aprendemos el uno del otro. Por ejemplo, a mí se me da mejor la narración y a Montse, los diálogos; ella vive los personajes. Alguna vez discrepamos con según qué palabras, pero al final acabamos llegando a un acuerdo.

¿Cómo os repartís el trabajo? ¿Cómo hacéis para unificar estilos?
Normalmente un capítulo lo hace uno y otro capítulo, el otro; pero los dos leemos todos los capítulos tanto en versión original como en castellano.
El estilo se ha ido unificando con el paso de los años. Siempre hacemos una lectura final de la traducción (nos vamos turnando con cada libro) y ahí se perfilan todos los detalles.

¿Qué les parece a las editoriales vuestro trabajo en pareja?
Algunas han puesto pegas, pero cuando ven la traducción final se callan.

Hernán, has traducido muchos libros de fantasía y terror. ¿Cuál ha sido tu experiencia con este género? ¿Qué destacarías?
La fantasía tiene sus cosas, hay que estar muy atento a los nombres propios o a los términos inventados, ya que dentro de este género hay muchos seguidores que si te equivocas en un pequeño detalle enseguida se dan cuenta y te lo recriminan.
Destacaría en especial como mejor libro de vampiros El Sueño del Fevre de George R. R. Martín. También he traducido a Anne Rice y creo que se basó en esta novela para crear a sus personajes y el contexto de las Crónicas Vampíricas.

¿Algún escritor te ha resultado más difícil de traducir que otros? ¿Quién y por qué?
Montse: James Elroy y Nadine Gordimer
Hernán: Stephen King. Su estilo barroco con tanto adjetivo es muy complicado.

¿Cuál es tu autor preferido?
Montse: Salman Rushdie y García Márquez.
Hernán: el poco tiempo que me queda para la lectura, lo dedico al ensayo.

¿Qué opináis sobre la fantasía, el terror y la ciencia-ficción que se publica actualmente en España?
Estados Unidos son los que marcan, si se llevan los dragones, pues dragones; si es magia potagia, magia potagia. No estamos muy puestos en este género actualmente. Traducimos más novela negra y también histórica.

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