Con ustedes... ¡MemoQ! (y otras herramientas)
por Manuel Azgard
Por lo general, cuando menciono los términos
“software de traducción profesional”, varios compañeros, tanto lingüistas como
de otras áreas profesionales, se remiten de inmediato a los “traductores”
automáticos disponibles de manera gratuita en internet. En el mejor de los
casos, piensan en los diccionarios, también gratuitos y en línea.
Por otra parte, hay quienes efectivamente
conocen las llamadas “TAC” (o “CATs”, en inglés), que son programas de Traducción Asistida por Computadora, es decir, herramientas que ayudan
al traductor, pero que dependen al cien por ciento de su trabajo.
Sin embargo, quienes las usan en nuestro país, por lo general conocen una o dos
como máximo... de las cuales, debo señalar, ninguna es mi preferida. Pero ese
es tema de otra entrada en este blog. Por el momento, comencemos por hacer la
distinción entre un “traductor” automático y una TAC.
Si me permiten el recurso discursivo, primero
dejaré en claro qué no es una TAC.
Un programa de traducción asistida no
es uno de aquellos programas gratuitos que se autoproclaman “traductores”
automáticos... que en realidad distan muchísimo de lo que nosotros, como
profesionales, definiríamos como “traductor”. Estos programas son incapaces de
reconocer contextos temáticos y minucias del idioma que un traductor
profesional puede discernir fácilmente. En mi experiencia, son un desastre al
momento de conjugar subjuntivos, obviamente no son capaces de redactar una misma
idea en tonos formal, informal o amistoso, ni mucho menos adaptar el estilo, la
redacción y la terminología a las necesidades de nuestro cliente o de nosotros
mismos. En otras palabras, estos programas se asemejan más al “traditore” que
al “traduttore”, en la paranomasia que ya todos conocemos.
Por el contrario, “en la esquina roja”,
tenemos las TAC. . Este tipo de programas te permiten generar tantas “memorias
de traducción” (o TMs, translation
memories) y bases terminológicas (o TBs, term bases) como desees. Ambos elementos se van alimentando de tu
trabajo, y en algunos casos, a lo más que llegan, es a proponerte términos que
encuentran en la base de datos a la que cada una se conecta. Pero no
“traducen” por ti.
Una TAC que definiría como “decente” es
aquella que te permite trabajar en casi cualquier tipo de archivo, desde los
.DOC / .DOCX que todos conocemos, hasta archivos más especializados, como .XML,
entre otros. Asimismo, si tienes un proyecto altamente repetitivo, te ayuda a
“poblar” los segmentos que ya tradujiste antes, siempre y cuando hayas
alimentado tu memoria y la tengas activa en el proyecto. Y lo mejor de todo, si
tienes en tus manos un XML saturado de código que no se traduce, en algunos
casos ni siquiera te lo muestra, o bien, lo importa como tags o placeholders
(“etiquetas”), así que no tendrás que “adivinar” qué texto se traduce y qué
partes son código para el programador.
Un ejemplo de lo que hemos mencionado hasta
aquí: un cliente te manda traducir su software, versión 1. Entonces, abres
tu proyecto en la CAT de tu elección, generas una memoria y, si lo deseas, una
base terminológica. Como es un trabajo urgente, te apresuras los próximos 14
días (¿unas 12 horas al día, quizá?) para traducir y revisar tu trabajo, y
logras entregar a tiempo a tu cliente. Créanme, sin una TAC, esto te tomaría más horas al día y más de 14 días. Un
año después, te envía a traducir la versión 2 del software. Es el mismo
cliente, el mismo tema, solo con algunos cambios, así que requiere la mayor
uniformidad posible con respecto a la versión original. Sin una TAC, lo más
probable es que, o tengas que buscar los cambios “a mano”, o en el mejor de los
casos, hacer una comparación en tu procesador de textos o con tu lector de PDF.
En mi experiencia, una comparación de documentos PDF, dependiendo del lector de
PDF que uses, puede tomar entre unos cuantos minutos hasta casi una hora.
Después de esto, tendrías que ir viendo página por página qué te marcó como
texto nuevo, texto repetido y texto borrado del nuevo documento. Suponiendo que,
en el mejor de los casos, esta comparación y análisis “a mano” te tome una
media hora, aún así, después de tantos meses, cabe la posibilidad de que hayas
olvidado alguna que otra palabra (“¿Cómo puse tal término?” “¿Cómo quedó tal
enunciado?”). Recuerda: ¡es el mismo software, así que la uniformidad es
prioridad! En este escenario, agradecerás haber trabajado con tu programa de
traducción profesional. Al abrir el nuevo proyecto, vinculas la base
terminológica y la memoria que generaste para la versión 1; así te
mostrará un buen número de repeticiones y “semi-repeticiones” (llamadas fuzzy matches o fuzzies). Voilà! Te quedan muchos menos segmentos por traducir y
quizá algunos más por verificar (los fuzzies).
Y tu nuevo mejor amigo informático también te mostrará las diferencias entre
los segmentos que ya tiene en la memoria contra los que tienes en el nuevo
documento. De este modo, la versión 2 del software que te pidieron, te tomó a
lo sumo dos días de trabajo, quizá tres, en lugar de tomarte nuevamente 12-15
horas diarias por unos 18 días, y sin la certeza de haber mantenido completa
uniformidad en estilo y terminología.
En estos programas, tú mismo defines si
quieres que se vincule a una base terminológica “genérica”, que aplique una
“traducción automática” con tu memoria y con el contenido de esa base. Claro,
también puedes decirle “no te molestes, gracias, déjame a mí”. Así, solamente
aprovecharás el contenido de tu memoria y tu base terminológica para ir
poblando segmentos repetidos o fuzzies.
También puedes consultar términos individuales en ambos componentes (TM y TB),
y hasta modificar el contenido de ambos para ajustarte a las preferencias de tu
cliente y así, en futuros proyectos, tendrás la versión más actualizada de la terminología.
Por último, la CAT que hayas elegido te dará
la opción de exportar diferentes tipos de archivos. En lo personal, mi
herramienta preferida es MemoQ. Es realmente fácil de entender, intuitivo y
práctico. Digo que es fácil, porque en comparación con otras TAC, me tomó unos
cuantos días dominar las funciones que más necesito, y quizá un par de semanas
dominarlo a fondo. Digo que es intuitivo porque los comandos están donde tú
creerías que están. Casi nada está oculto en recónditos menús y aún más recónditos
submenús. Y en otra entrada, verán por qué afirmo que es práctico (un avance:
soporta incluso archivos generados por otras TAC, además de que te permite
exportar exactamente el tipo de archivo que quieres fácilmente).
En pocas palabras, MemoQ demanda muy poco
esfuerzo para aprender sus características principales (y también resulta mucho
más fácil entender las funciones avanzadas, en comparación con otras TAC más
famosas). Este producto es desarrollado por la empresa húngara Kilgray, a un
precio preferencial para América Latina: casi la mitad del que anuncian en su
sitio web para profesionales individuales. MemoQ te permite generar un archivo
final (en el formato original que te envió tu cliente) o archivos
“intermedios”, entre los cuales destaca una tabla bilingüe, que muestra la
lengua origen en la columna izquierda y tu traducción a la derecha.
En fin, quisiera despedir esta primera entrada
retomando una idea central: el software de traducción profesional tiene enormes
ventajas. Por una parte, la ayuda que te brinda al alimentarse de tus
traducciones y permitirte consultar esas memorias. Por otra, el tiempo que te
ahorra si tienes documentos de temas similares con contenidos similares (el
ejemplo del software que mencionaba anteriormente es un caso que me sucedió a
mí: la segunda y siguientes versiones me tomaron 2 o 3 días de trabajo, unas
6-8 horas por día, en lugar de 12-15 horas por 18 días). Además, su uso se está
volviendo un requisito cada vez más solicitado para trabajar con numerosas agencias
de traducción e incluso cada vez más clientes finales. Es por ello que surgió
esta iniciativa con el Círculo de traductores... estén pendientes, próximamente
tendremos más información sobre este tema (en especial referente a MemoQ).
Manuel Azgard Contreras (México) traductor profesional con 10 años de experiencia en traducción “no literaria” y 3 en traducción literaria. Por un lado, se ha especializado en las áreas jurídica, médica, corporativa y técnica. Y por el otro, tiene experiencia principalmente en la traducción de comics y novelas gráficas. Egresó del Centro Universitario Angloamericano en 2004, donde estudió la licenciatura en lenguas y la especialidad en traducción e interpretación. Ha tomado cursos y talleres, especialmente en traducción literaria y jurídica, además de asistir a presentaciones y demostraciones de diversas herramientas de traducción.
¿Para cuándo el curso de MemoQ, Manolo?
ResponderBorrarEstamos platicando en el círculo de traductores para definir fechas. A mediados de abril o inicios de mayo seguramente habrá algo. En cuanto tengamos sedes y horarios exactos, lo comunicaremos por aquí (y seguramente por el face, etc.)
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