De ahora en adelante, siguiendo el elegante ejemplo de nuestros colegas del "Club de Traductores Literarios de Buenos Aires", con cada nueva entrada, subiré información, previa y cuidadosamente recopilada, en lo referente al autor o la autora del mismo. Aprovechando también esta entrada, cabe mencionar que, en "El Círculo de Traductores de México" estamos abiertos a sugerencias y comentarios por parte de los lectores que pasan por el blog para deleitarse con buenas lecturas, tanto en materia de traducción, como en el aspecto general de la lengua. Esto, con el fin de enriquecer nuestro blog y que resulte mucho más apetecible para todos los que nos adentramos en el mismo.
Saludos Cordiales,
Jorge Pérez Arteaga
Leandro Wolfson es científico y traductor literario. Ha traducido más de 200 libros y numerosos artículos para revistas especializadas, principalmente en el campo de las ciencias sociales. También ha traducido una selección de poemas de "Walt Whitman`s Leaves of Grass", con notas y comentarios (2a edición, 2002). Desde 1995, ha dirigido talleres de traducción y de revisión a distancia para traductores de Español, que residen en los Estados Unidos y en otros países. En su país de origen, dirige el taller "El placer de traducir", y es autor de una variedad de artículos en materia de traducción. Estos han sido compilados en su más reciente libro "El placer de traducir. Experiencias y reflexiones de un traductor profesional".
Leandro Wolfson
Julio 2012
En toda disciplina científica, y en particular en las ciencias humanas y sociales, gran parte del avance de las ideas depende de la comunicación a través del lenguaje. Autores, editores, profesores, estudiantes, traductores, correctores, manejan, además de la lengua general, la que corresponde a su campo de especialidad, que va en aumento permanente en la medida en que la disciplina sigue vigente en el medio social.
El consenso acerca de la definición de los términos básicos de una disciplina es el punto de partida de todos los debates que en ella se lleven a cabo. En tal sentido, la existencia de una academia centralizadora parecería constituir una ventaja. No son muchos los países que tienen academias de la lengua, y menos aún las lenguas que se rigen, en sus criterios de corrección y en su evolución, por las normas que emanan de ellas. ¿Es bueno o es malo tener una academia rectora, con autoridad para imponer sus puntos de vista? Las polémicas en este sentido han sido cuantiosas.
En el mundo hispanohablante, hay una entidad tradicional que se ha hecho sentir a lo largo de casi tres siglos: la Real Academia Española (RAE). Creada en 1713, a partir de 1951 confluyó, junto con las veintiuna Academias correspondientes de los países donde el español (o el castellano, prefiero decir)1 es una lengua predominante, en la Asociación de Academias de la Lengua Española. El célebre diccionario de la RAE, o DRAE, cambió de nombre desde 1925, y hoy se llama Diccionario de la lengua española (Dile),2 aunque la sigla tradicional, DRAE, sigue siendo más utilizada. Su primera edición vio la estampa en 1780, y la más reciente fue la 22a, de 2001. Desde hace varios años puede consultársela en Internet (http://buscon.rae.es/draeI), donde se incorporan cada tanto las enmiendas y adiciones que darán lugar a la 23a edición, cuya publicación está prevista para 2014.
Ahora bien: como todo diccionario, el de la RAE es selectivo, y es un diccionario "general", no especializado. En la 22a edición leemos:
El Diccionario da cabida a aquellas voces y acepciones procedentes de los distintos campos del saber [...] cuyo empleo actual ha desbordado su ámbito de origen y se ha extendido al uso, frecuente u ocasional, de la lengua común y culta.3
Por definición, entonces, está lejos de incluir todos los términos que emplea el especialista y no se ha intentado mantenerlo actualizado frente al torrente de nuevas voces que surgen día tras día en la ciencia y la técnica. En lo relativo a las ciencias humanas, y más específicamente a la psiquiatría, la psicología y el psicoanálisis, el DRAE sólo recoge los términos que han pasado a ser utilizados por los hablantes en general, en toda clase de contextos. No obstante, como luego veremos, su inclusión u omisión de los términos de estas materias ha sido poco congruente.
Para la inclusión de un término de origen científico en el diccionario general, el procedimiento consiste en consultar a las academias nacionales a fin de establecer qué vigencia real, y qué sentido, tiene un vocablo determinado dentro del ámbito lingüístico de ese país.
Un término que dio lugar a consultas fue "freudiano". Al respecto, la Academia Argentina de Letras se expidió largamente en un "acuerdo" publicado en 1984. Tras señalar que este adjetivo ya había sido empleado por Ortega y Gasset en su artículo "Psicoanálisis, ciencia problemática", de 1911, y que figuraba en la mayoría de los diccionarios generales importantes, así como en muchos dedicados a la medicina, argumentaba:
... el auge que en las últimas décadas ha tomado el psicoanálisis [...] ha planteado la necesidad de un calificativo que distinga las teorías y procedimientos propios de la escuela de Freud de sus desarrollos posteriores.4
Lo cierto es que no todos los términos especializados que se ha sugerido incluir en el DRAE tuvieron la suerte de contar con una evaluación tan razonable. Muchos de esos términos fueron desechados, otros fueron incluidos con definiciones claramente deficitarias. Es muy interesante verificar, al respecto, lo sucedido con el término "psicoanálisis". Fue incorporado al DRAE en la 17a edición, de 1947, con la siguiente definición:
1. Método de exploración o tratamiento de ciertas enfermedades nerviosas o mentales, puesto en práctica por el médico vienés S. Freud. 2. Doctrina que sirve de base a este tratamiento, en la que se concede importancia decisiva a la permanencia en lo subconsciente de los impulsos instintivos reprimidos por la conciencia, y en los cuales se ha pretendido ver una explicación de los sueños.
La 2a acepción sigue intacta hasta el día de hoy. La 1asufrió sucesivos cambios. En la 21a edición del diccionario, de 1992, rezaba:
1. Método creado por Freud para investigar y curar las enfermedades mentales mediante el análisis de los conflictos inconscientes originados en la niñez.
En la última edición, la 22a, sólo se introdujeron dos pequeños cambios formales, aunque necesarios desde un punto de vista histórico y lexicográfico:
1. Método creado por Sigmund Freud, médico austríaco, para investigar y curar ... [sigue igual].
En el caso de "psicoanálisis", se subsanaron algunas deficiencias de la definición original, pero no ha ocurrido lo mismo con otros términos psicoanalíticos, psicológicos o psiquiátricos; y las omisiones de términos importantes son numerosas. Esto es lo que ha venido a poner de manifiesto un artículo de la revista virtual Panace@.
El proyecto difundido en Panace@
Panace@ se autodefine como una revista española de medicina, lenguaje y traducción. Se publica con periodicidad variable, semestral o trimestral, desde el año 2000, únicamente en línea, y goza de mucho prestigio entre los traductores científicos. Actualmente se difunde a través del sitio web de Tremédica, Inc.5, y es la publicación oficial de la Asociación Internacional de Traductores y Redactores de Medicina y Ciencias Afines, creada en el año 2005. Comenzó siendo exclusivamente una revista de medicina pero poco a poco se amplió a otros campos.
Por ejemplo, en su último número, el 33, de junio de 2011, incluye un interesantísimo recorrido por el uso de la palabra "orgasmo" desde los griegos y a lo largo de la historia, a cargo de Francisco Cortés; un utilísimo artículo de José Antonio de la Riva sobre recursos del programa Microsoft Word poco empleados y de gran provecho para todos los que escriben, traducen o revisan documentos; un sentido homenaje de Pollux Hernúñez a Valentín García Yebra, el políglota académico, teórico, traductor y maestro de traductores español fallecido el año pasado, que no fue precisamente un traductor de textos médicos.
Lo que aquí nos interesa es el artículo de un traductor médico español, Juan M. Martín Arias, titulado "Revisión de los términos del léxico psiquiátrico de la 22a edición del diccionario de la Real Academia Española y propuesta de nuevos lemas". (Recordemos que la 22a edición del DRAE fue publicada en 2001 y ha sido actualizada en Internet hasta junio de 2007). La idea de esta revisión le perteneció originalmente al español Carlos Castilla del Pino, afamado neuropsiquiatra y académico de la lengua desde 2003, autor de una muy conocida Introducción a la psiquiatría (1978-79). El fallecimiento de Castilla del Pino el 15 de mayo de 2009 truncó este proyecto, en el que había depositado grandes expectativas, y que fue retomado por Martín Arias.
El único inconveniente es que en este número de Panace@ se han incluido sólo los términos que comienzan con las letras "A" a "C", y es de presumir que la publicación de la lista completa llevará todavía un largo tiempo. Sin embargo, para los propósitos de la presente nota, este múltiple botón basta como muestra.
De entrada, Martín Arias afirma sin empacho lo siguiente:
Hemos revisado los términos del léxico psiquiátrico que figuran en la vigésima segunda edición del diccionario de la Real Academia Española (DRAE) y hemos llegado a la conclusión de que gran parte de los lemas deben ser actualizados. Efectivamente, se observan por doquier definiciones imprecisas, inexactas y, sobre todo, obsoletas6.
Su objetivo al proponerse esta ambiciosa tarea se guió por los tres criterios siguientes:
1) términos que son importantes en el léxico de la psico(pato)logía y de la psiquiatría clínica; 2) términos que no son del todo ajenos a las personas cultas de hoy en día que se interesan por todo lo relacionado con la salud –también con la salud mental– y acuden al DRAE no tanto para conocer el significado de un término como para aclarar dudas ("¿esquizofrénico" o "esquizoide"?, ¿"maníaco" o "maniático"?, ¿"maníaco"con o sin tilde en la "i"?, "¿compulsivo" o "impulsivo"?, ¿"drogadicto" o "toxicómano"?, ¿"delirium" o "delirio"?, etc.), y 3) términos que consideramos mal definidos en el DRAE o que están ausentes de él, a pesar de su relevancia.7
Claro que para la mayoría de los psicoanalistas, muchas de las dudas que pueden planteársele a una "persona culta de hoy en día" son inexistentes: nadie debe explicarles la diferencia entre "esquizofrénico" o"esquizoide", entre "maníaco" o "maniático", o entre "compulsivo" e "impulsivo". Convengamos, no obstante, en que tener bien definidos esos términos en un diccionario autorizado puede despejar muchas dudas y evitar debates estériles.
En lo que sigue, he seleccionado ciertos términos vinculados con el psicoanálisis teórico o práctico para mostrar las posibles falencias del DRAE y una manera de resolverlas –la que propone Martín Arias– que, a mi entender, es siempre o casi siempre prudente, sensata y clara. (Naturalmente, sería óptimo que los psicoanalistas hispanohablantes pudieran opinar sobre estas definiciones y proponer mejoras, si fueren necesarias). Posteriormente, me ocuparé de las importantes lagunas del DRAE en materia de salud mental que este aporte de Martín Arias permite consignar, al menos entre las letras "A" y "C".
Definiciones imprecisas, inexactas u obsoletas
En todos estos casos, el artículo de Martín Arias consigna: 1) La entrada completa del DRAE; 2) la entrada por la cual se sugiere reemplazarla, y 3) un comentario, a veces bastante extenso, sobre los motivos del cambio. Aquí nos abstendremos de reproducir los comentarios, por razones de espacio, y sólo mostraremos a dos columnas, para algunos términos, la entrada actual y la propuesta, de modo que sus diferencias sean más fácilmente visibles.
La lista completa de las palabras cuya definición en elDRAE se cuestiona es la siguiente:
abstinencia, síndrome de – abulia – adicción – adicto, ta8 – afasia – afecto – agitación – agorafobia – agrafia – ágrafo, fa – alexia – alucinación – alucinante – alucinógeno – amaxofobia – amimia – amnesia –analéptico, ca – angustia – anorexia – anosognosia –ansiedad – ansiolítico, ca – antidepresivo, va – antisocial – apraxia – autismo – autista – bipolar – bradilalia – bulimia – bulímico, ca – catalepsia – catatonía – celotipia – ciclotimia – ciclotímico, ca – cleptomanía – cognitivo, va – compulsivo –conductismo – coprolalia – crepuscular
Son 43 términos. He destacado en negrita algunos muy comunes en psicoanálisis, para los cuales daré ahora la definición del DRAE y la nueva definición propuesta por Martín Arias:
adicción:
Definición del DRAE, 22a ed.
1. f. Hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna o algunas drogas tóxicas o por la afición desmedida a ciertos juegos. 2. f. desus. Asignación, entrega, adhesión.
Nueva definición propuesta
1. f. Med. En psiquiatría, consumo compulsivo de una droga o de ciertos medicamentos de los que se tiene dependencia, o tendencia irrefrenable a realizar ciertas conductas de forma reiterada, tales como las compras, los juegos de azar o el trabajo, a pesar de que el enfermo es consciente del perjuicio que le depara.
2. Dicho en sentido figurado, afición a cierta cosa que se practica o se consume con mucha pasión: "Juan tiene adicción a las motos".
adicto, ta:
Definición del DRAE, 22a ed.
3. adj. Dicho de una persona: Que está dominada por el uso de alguna droga o por la afición desmedida a ciertos juegos.
Nueva definición propuesta
3. adj. Med. Dicho de una persona, que consume de forma compulsiva una droga o ciertos medicamentos de los que tiene dependencia, o que muestra una tendencia irrefrenable a realizar ciertas conductas de forma reiterada y excesiva, como las compras, los juegos de azar o el trabajo, a pesar de ser consciente del perjuicio que le depara.
4. adj. Dicho en sentido figurado, que tiene afición a cierta cosa que practica o consume con mucha pasión: "Cuando era pequeño, era adicto a los caramelos de leche".
afecto:
Definición del DRAE, 22a ed.
1. m. Cada una de las pasiones del ánimo, como la ira, el amor, el odio, etc., y especialmente el amor o el cariño.
Nueva definición propuesta
1. m. Psicol. Sentimiento que nos provocan los objetos de nuestro mundo interior o exterior, tales como las personas, las cosas y las ideas, ya sea de carácter positivo, como el amor y el interés, o de carácter negativo, como el odio, la envidia o el desinterés.
2. m. Aprecio, cariño o estima que sentimos por determinadas personas.
alucinación:
Definición del DRAE, 22a ed.
1. f. Acción de alucinar o alucinarse. 2. f. Sensación subjetiva que no va precedida de impresión en los sentidos.
Nueva definición propuesta
1. f. Efecto de alucinar.
2. f. Med. En psiquiatría, percepción de un objeto inexistente o que no está presente en el campo perceptivo, que el sujeto puede o no considerar real o que percibe claramente a pesar de no creer en su presencia.
[Se propone, además, agregar cuatro frases complejas, como alucinación cenestésica, háptica, etc.]
angustia:
Definición del DRAE, 22a ed.
2. f. Temor opresivo sin causa precisa.
4. f. Sofoco, sensación de opresión en la región torácica o abdominal.
4. f. Sofoco, sensación de opresión en la región torácica o abdominal.
Nueva definición propuesta
[Se sugiere unificar esas dos acepciones en ésta:]
2. f. Med. En psiquiatría, aprensión o miedo intenso sin causa aparente, acompañado generalmente de sensación de muerte inminente o de pérdida del control y de síntomas vegetativos, tales como dificultad para respirar, palpitaciones, opresión en el tórax, sequedad de boca y sudoración.
crisis de ~: Aparición súbita e inesperada de la angustia.
ataque de ~: Es sinónimo de crisis de angustia.
crisis de ~: Aparición súbita e inesperada de la angustia.
ataque de ~: Es sinónimo de crisis de angustia.
ansiedad:
Definición del DRAE, 22a ed.
2. f. Med. Angustia que suele acompañar a muchas enfermedades, en particular a ciertas neurosis, y que no permite sosiego a los enfermos.
Nueva definición propuesta
2. f. Med. En psiquiatría, estado desagradable de miedo, aprensión, preocupación o desasosiego excesivos que impide al enfermo relajarse; es de menor intensidad que la angustia y, al contrario que esta, no cursa de forma paroxística con crisis o ataques y puede ser de carácter crónico; suele acompañarse de síntomas vegetativos similares a los de la angustia, aunque menos intensos.
trastorno de ~: En psiquiatría, cualquier trastorno mental, tal como lasfobias y el trastorno obsesivo-compulsivo, en el cual el síntoma principal es la ansiedad.
trastorno de ~: En psiquiatría, cualquier trastorno mental, tal como lasfobias y el trastorno obsesivo-compulsivo, en el cual el síntoma principal es la ansiedad.
compulsivo:
Definición del DRAE, 22a ed.
3. adj. Psicol Que tiene impulsos irresistibles.
Nueva definición propuesta
3. adj. Med. En psiquiatría, perteneciente o relativo a la compulsión.
4. adj. Med. Dicho de una persona: que padece compulsiones.
[Ver la nueva acepción (la 3a) propuesta para "compulsión", infra]
coprolalia:
Definición del DRAE, 22a ed.
1. f. Tendencia patológica a proferir obscenidades.
Nueva definición propuesta
1. f. Med. En psiquiatría, compulsión a proferir expresiones groseras u obscenas; puede ser una tendencia de carácter obsesivo, un tic o un componente de algunos delirios agudos o crónicos.
Omisiones
La lista de omisiones correspondientes a las letras "A" a "C" comprende 45 términos. La indicación "2a" significa que la palabra figura en el DRAE con una 1aacepción que los autores consideran correcta, pero agregan una 2a acepción. Algo similar ocurre con las indicaciones "3a" y "4a".
abreacción – acalculia – acatafasia – acatisia – acinético – acting out – adinamia (2a) – agorafóbico, ca – ailurofobia – alexitimia – algofobia – aloerotismo – alogia – alucinado (3a y 4a) – alucinosis – alucinósico, ca – anancasmo – anancástico, ca – anhedonia – ansiógeno, na – ansiólisis – antipsicótico – aritmomanía – asíndesis – ataráctico, ca – ataráxico –autoerotismo – bradicinesia – bradipsiquia – carebaria – cataplejía – catatónico, ca (2a) – catectizar – catectización – catexia – celotípico, ca – clivaje –cognitivismo – cognitivista – compulsión (3a) – compulsivo (4a) – condensación (2a) – confusional – conversión (4a) – coprofilia
En este caso, nos limitaremos a dar seis ejemplos de términos sumamente corrientes en psicoanálisis (y muchos de ellos también en la lengua corriente del periodismo, el ensayo, etc.) que hasta ahora no habían tenido acogida en el DRAE. Son los destacados en negrita en la lista anterior. Para todos ellos, damos abajo la definición propuesta por Martín Arias:
abreacción:
1. f. Psicol. En psicoanálisis, proceso mediante el cual el material reprimido, especialmente los conflictos y experiencias dolorosas, vuelven a la conciencia. En este proceso, el sujeto no se limita a recordar: además, revive el material reprimido, y esto se acompaña de la respuesta emocional y afectiva apropiada.
alucinado,da:
3. adj. Med. En psiquiatría, enfermo que sufre alucinaciones.
4. adj. Med. En psiquiatría, dícese de la persona, animal, cosa o situación que es objeto de una alucinación.
4. adj. Med. En psiquiatría, dícese de la persona, animal, cosa o situación que es objeto de una alucinación.
autoerotismo:
1. m. Psicol. Actividad sexual en la que la excitación y el placer se obtienen del propio cuerpo, sin la participación de otras personas.
cognitivismo:
1. m. Psicol. Teoría psicológica que postula que la conducta humana depende fundamentalmente de los pensamientos del sujeto, y no del instinto, de la necesidad o de la pulsión.
compulsión:
3. f. Med. En psiquiatría, tendencia irreprimible a repetir una acción a pesar de los esfuerzos del enfermo en sentido contrario.
condensación:
2. f. Psicol. En psicoanálisis, proceso psíquico que interviene en la actividad onírica y en la formación de síntomas, en el cual una misma representación mental corresponde a varias personas, cosas o situaciones.
Impresiones de un traductor
No son conclusiones las que puede extraer un lego, ya que ellas corresponden a los profesionales de la salud mental que deben utilizar estos términos; pero quizá tengan cabida algunas impresiones de un lector y traductor bastante ligado a este campo.
Contar con una obra como el Diccionario de la lengua española, avalada por las veintidós Academias de nuestra lengua, puede ser una ventaja enorme en un mundo que, como el hispanohablante, está fragmentado en gran cantidad de países y de maneras de hablar y escribir esa lengua común. Sin embargo, para que esa obra sea respetada por el conjunto de sus usuarios y goce de verdadera autoridad (sin autoritarismo), es preciso que, por un lado, los especialistas en los distintos campos que vuelcan sus aguas en el caudal común estén atentos a la precisión, claridad y exhaustividad de sus entradas y acepciones, y verifiquen que el ritmo acelerado de incorporación de nuevos vocablos no la deje atrás. Por otro lado, será preciso que las propias Academias acojan y acepten las críticas y sugerencias que se hacen a la obra e instituyan mecanismos eficaces para evaluarlas y tramitarlas.
El presente artículo, basado en un proyecto en curso, sólo ha pretendido llamar la atención de los profesionales de la salud mental sobre las virtudes y defectos de este instrumento lingüístico que, ya sea como meros lectores o como autores o revisores, es para ellos una obra de consulta indispensable.
1 Y reservar el nombre "español" para la variante regional del castellano que se habla en España.
2 Hasta esa fecha se denominó Diccionario de la lengua castellana.
3 "Advertencias para el uso de este diccionario", 2001, pág. xxxiv.
4 Boletín de la Academia Argentina de Letras, tomo XLIX, 1984, págs. 167-68.
6 Panace@, vol. XIII, nº 33, pág. 4.
7 Ibíd.
8 De esta forma se indican en el DRAE los adjetivos cuya terminación cambia según el género
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