Hoy les presentamos esta interesante conversación entre Bárbara Bertoni* y Helena Lozano Miralles, traductora y alumna de Umberto Eco, y quien se encuentra de visita en México. Estén pendientes porque pronto les haremos saber las actividades que la traductora española realizará en nuestro país.
El placer de traducir a
Eco: diálogo entre Barbara Bertoni y Helena Lozano Miralles
Helena Lozano Miralles (Madrid) es profesora en la Universidad de Trieste y traductora
de Umberto Eco al español. Desarrolla buena parte de su labor como investigadora
universitaria en el campo de la traducción. Ha colaborado
con varios grupos de investigación dentro de la lexicografía, didáctica de
lenguas extranjeras, traductología, traducción especializada y lingüística de corpus.
Tiene un sinfín de artículos y ponencias en los que reflexiona sobre su
experiencia al traducir a Eco y donde aborda dificultades concretas de su día a
día como traductora.
Helena Lozano Miralles |
Entre sus traducciones de Umberto Eco destacan: La isla del día
de antes (1995), Kant y el ornitorrinco (1999), Baudolino (2001),
Segundo diario mínimo (2003), La misteriosa llama de la reina Loana (2005),
Decir casi lo mismo (2008), El cementerio de Praga (2010) y Número
Cero (2015). Todas ellas publicadas por Lumen.
En 2006 recibió el Premio Nazionale per la
Traduzione de la República Italiana.
¿Es tu primera visita a México?
Vine a México una primera vez en 2007, invitada por el Encuentro
Internacional de Traductores Literarios. El país me cautivó por esa luz y esa
sonoridad tan especial que tiene, pero desde entonces no había podido volver. ¡Hasta
ahora!
¿Qué formación tenías
cuando empezaste a traducir? ¿Tuvo algo que ver Umberto Eco, que fue tu maestro
en la Universidad de Bolonia en los años ochenta y tu director de tesis, con tu
decisión de dedicarte a la traducción?
En realidad yo no me formé en una Facultad de Traducción. Me titulé
en semiótica con Umberto Eco en la Universidad de Bolonia. El estudio profundo
de los mecanismos comunicativos de cualquier tipo de texto o de sistema
semiótico ha sido fundamental para mi labor como traductora. Yo trabajaba como
traductora técnica para mantenerme en los estudios y un día el profesor Eco me
pidió que le diera mi opinión sobre una traducción. Escribí un informe a la
editorial y ahí empezó mi colaboración con Esther Tusquets, que dirigía la
editorial Lumen, y, por supuesto, con Eco, en calidad de traductora.
Has dedicado casi
exclusivamente tu actividad como traductora a la traducción de los libros de
Eco. ¿Qué significa traducir muchas obras del mismo autor? ¿Cuál de los libros
de Eco ha sido el que te ha costado más trabajo y por qué? ¿Y cuál es el que te
ha dado mayor satisfacción?
Traducir muchas obras de un mismo autor, cuando el autor te gusta,
es un auténtico placer. Al menos, para mí lo ha sido. Además con Eco no te
aburres nunca, siempre estás aprendiendo. Supongo que el libro más complejo fue
La isla del día de antes, traducido
en una época pre-internet donde la documentación requería de muchas horas de
trabajo en bibliotecas, pero creo que también por eso es el que me dio más
satisfacción: el olor de los libros antiguos y el contacto con ese papel son
algo que se echa de menos ahora que hay muchísimos textos ya digitalizados o
que, si los necesitas, te los digitalizan con facilidad y te los mandan por
correo electrónico.
¿Cómo fue tu relación
con Eco como alumna y cómo era tu relación con él como traductora?
Era un profesor que amaba ser profesor y su relación con los
alumnos era excelente. Siempre tenía el punto de ironía y la palabra sabia que
te guiaban. Y esa relación la tenía también con sus traductores. Pero siendo la
gran persona que era, trabajar con él –porque a él le gustaba ver cómo crecían
sus libros en otras lenguas– siempre te lo agradecía. Y por supuesto apoyaba
siempre a los traductores.
¿Fue Eco para ti también
un maestro de vida?
Sí, Eco fue un maestro de vida. En la universidad, por su
dedicación a la labor docente y por el respeto que siempre tenía hacia los
estudiantes. En nuestra relación autor-traductor, por su lealtad. En la vida de
todos los días, por su integridad y su lucidez.
Eco estuvo presente en
tu vida primero como maestro en los años ochenta y luego como autor traducido
durante más de veinte años… El País publicó un artículo entrañable que escribiste in memoriam en ocasión de su
fallecimiento. ¿Qué es lo que más extrañas de él?
Umberto Eco. Imagen tomada de "Papel en blanco" |
Lo que más extraño de él es a él, pásame la obviedad; como
escribió Furio Colombo, echo de menos poderle preguntar qué opinas tú de esto.
Lo increíble es que siempre contestaba, no sólo en sus intervenciones públicas.
¿Estás en contacto con
otros traductores de Eco? ¿Se intercambiaban dudas durante la traducción?
Los traductores nos veíamos con cierta regularidad, porque gracias
al entusiasmo de Ljiljana Avirovic, traductora de Claudio Magris al croata, se
organizaron una serie de congresos donde autores y traductores dialogábamos. De
ahí nació una amistad profunda entre nosotros. No nos intercambiábamos dudas,
pero Eco mismo les mandaba a los demás nuestros correos con sus comentarios cuando
le parecía que la duda era colectiva.
¿Qué es lo que más te
gusta y qué es lo que menos te gusta de la labor del traductor?
Cuando traduzco soy feliz, pero a la hora de entregar el trabajo me
asaltan todas las dudas posibles. El tiempo que pasa entre que entregas la
traducción y te llegan las revisiones suele ser de mucho desasosiego. Siempre
piensas que podrías haberlo hecho mejor… Si sólo hubiera tenido un poco más de
tiempo y lucidez…
Actualmente también eres
profesora de traducción en la prestigiosa Facultad para Intérpretes y Traductores
de la Universidad de Trieste en Italia. En tu opinión, ¿las universidades
pueden formar buenos traductores literarios?
Sí, creo que sí. Se pueden formar traductores literarios. Puedes
inculcarle a los alumnos la pasión por los "entresijos", por la
enorme riqueza del texto literario, el respeto que se debe al texto. Podemos
formar alumnos que sepan encarar la complejidad textual y las posibilidades que
la lengua de llegada les ofrece; por su parte, el alumno tiene que poner su buen
oído y su buena pluma.
¿En qué ha cambiado tu
manera de traducir, desde tu primera revisión de la traducción al español de
una obra de Eco (1988) y tu primera traducción de una obra de Eco (1992), hasta
tu actual actividad como investigadora y profesora de traducción y lingüística?
Se aprende a traducir traduciendo: en cada traducción aprendes
algo, y al mismo tiempo cada traducción te cambia; te cambia también la lengua.
Por lo cual creo que mi manera de traducir ha cambiado porque yo he cambiado.
¿Qué estás traduciendo
ahora? ¿Traducirás más obras de Eco que aún no se han publicado en español?
¿Cuáles son tus proyectos de traducción para el futuro?
Queda poco de Eco sin traducir al español. Se trata de textos
especializados, por lo cual dependerá de las editoriales. Ahora estoy acabando
una traducción de un texto de Guido Ceronetti, para Días Contados, una
editorial pequeña que edita libros sólo por el gusto de hacerlo. De momento
estoy ante un hermoso desafío, y luego ya se verá…
*Barbara Bertoni (Genova, Italia)
Maestra en traducción por la Scuola Superiore di Lingue Moderne per Interpreti e Traduttori de Trieste, traduce narrativa del español, francés, portugués y catalán para diversas editoriales italianas, como Adelphi, Guanda, Marcos y Marcos y Sellerio, entre otras. Ha impartido cursos de traducción literaria en: la maestría en traducción de la Scuola Superiore di Lingue Moderne per Interpreti e Traduttori de la Universidad de Trieste y de la Universidad de Udine, el British Centre for Literary Translation de la Universidad de East Anglia, el Diplomado de Formación de Traductores de Textos literarios del CELE de la UNAM, el Departamento de Letras Italianas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y el Istituto Italiano di Cultura de la Ciudad de México.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario