Hoy les compartimos esta nota tomada del blog del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires. Es sobre un libro de reciente aparición en el que casi una cuarentena de poetas dan cuenta de las delicias y tribulaciones que han enfrentado al traducir poesía.
La editorial chilena LOM acaba de publicar, en su colección Heterodoxos, Poetas que traducen poesía, un volumen compilado y editado por Jorge Fondebrider, a quien también corresponde el prólogo. Los articulistas invitados son Pedro Serrano (México), Verónica Zondek (Chile), Jorge Aulicino (Argentina), Jaime Siles (España), Henri Deluy (Francia), Jerome Rothenberg (Estados Unidos), Valerio Magrelli (Italia), Nuno Judice (Portugal), Miguel Angel Petrecca (Argentina), Jordi Doce (España), Richard Gwyn (Gales), Bill Herbert (Escocia), David Ferry (Estados Unidos), Silvia Camerotto (Argentina), Daniel Samoilovich (Argentina), Pura López-Colomé (México), Fabio Morábito (México), Waldo Rojas (Chile), Eiléan Ní Chuilleanáin (Irlanda), Francisco Segovia (México), Peter Sirr (Irlanda), Paulo Henriques Britto (Brasil), Eduardo García Aguilar (Colombia), Roberto Echavarren (Uruguay), Armando Roa Vial (Chile), Zoë Skoulding (Inglaterra), Roberto Mascaró (Uruguay), Circe Maia (Uruguay), Tom Pow (Escocia), Alvaro Rodriguez Torre (Colombia), Anna Crowe (Escocia), Marco Fazzini (Italia), Madeleine Campbell (Canadá), José María Álvarez (España) e Yves Di Manno (Francia).
Se reproduce, a modo de anticipo, un fragmento del prólogo:
“Ezra Pound señaló, a principios del siglo XX, que «la gran literatura es sencillamente idioma cargado de sentido hasta el máximo de sus posibilidades». Y luego, puesto a trazar una jerarquía, le atribuyó a la poesía el honor de ser la forma literaria con mayor concentración de significado. De ahí su importancia y también su dificultad, la cual se pone aún más de manifiesto a la hora de traducir poesía. Se trata de una labor que requiere un amplio conocimiento que excede con mucho las posibilidades de la mayoría de los traductores profesionales, obligando a quien la lleve a cabo a pensar como poeta. Por ello, este libro propone el testimonio de treinta y cinco poetas de diversas generaciones y procedencias que, desde muy distintas perspectivas, comentan cómo han traducido y cuáles fueron las dificultades más frecuentes con las que se toparon a la hora de traducir poesía. Como podrá comprobarse, no hay una única respuesta. Con todo, ya se trate de una reflexión general o de los datos específicos del trabajo sobre la obra de un único autor, los textos recogidos en el presente volumen explican y justifican las razones de esa práctica.”
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