Un proyecto interesante y útil elaborado por un equipo enorme de gente
coordinada por Antonio Briz desde la Universidad de Valencia.
Para entender por qué el eje de este diccionario son las "partículas discursivas", acá un fragmento de su Presentación (para las notas y referencias, entrar a la página del Diccionario):
[...] El término elegido para nombrar el conjunto de formas recogido en el DPDE es el de
partícula discursiva. Se trata de elementos lingüísticos que guían la
interpretación del discurso; con palabras utilizadas en enfoques actuales, tienen un carácter más procedimental que conceptual. Todas las formas recogidas
comparten las siguientes características:
a) mediante su empleo —afirmaciones como las que siguen
son frecuentes en los estudios especializados— «el hablante justifica la conclusión, su opinión»,
«cambia el tema de conversación o lo redirige», «el hablante llama la atención sobre algo o realza algo»,
«expresa un falso acuerdo», «controla el contacto o interpela», «señala que su turno continúa», «marca el
inicio del diálogo o lo cierra», etc., y todo ello ante un oyente o lector. Luego, el valor de la partícula
discursiva está ligado a la interacción; de otro modo, la «marcación del discurso» por parte de estas
partículas consiste básicamente en cuatro funciones (ver Briz, 1998; Portolés, 1998, y Pons, 1998 y
2000):
— la conexión, argumentativa
(valgan como ejemplos prototípicos además, encima), reformuladora (por
cierto, es decir) o estructuradora (por una parte... por otra parte). Esta función supone una relación entre dos
miembros discursivos, uno expreso y otro expreso o sobreentendido.
— la modalización, que supone
normalmente una intensificación o atenuación de lo
que se dice en un miembro del discurso y desde el punto de vista del hablante (¡ojo!, eso sí, tía,
bueno).
— la focalización, que destaca
un elemento expreso —el foco— frente a una alternativa expresa o sobreentendida. Las
partículas focales pueden tener un significado escalar (incluso, hasta, ni siquiera) o no tenerlo (también, tampoco).
— el control del contacto, que
se centra en la relación entre hablante y oyente (sea el caso de mira, ¿eh?).
b) su función va más allá de la gramática; por tanto, no se
corresponden con ninguna de las categorías gramaticales establecidas;
c) son el resultado de un proceso de gramaticalización;
gramaticalmente hablando, antes fueron otra cosa.
Hasta fechas muy recientes se ha prestado escasa atención al tratamiento lexicográfico de
estas partículas. Por fortuna, además del que aquí se presenta, son varios los proyectos de investigación que
actualmente dedican sus esfuerzos a la elaboración de diccionarios de conectores, marcadores, modalizadores, sin olvidar la reciente
publicación del Diccionario de partículas, del profesor Luis Santos.
Este grupo de palabras se ha caracterizado, desde el punto de vista lexicográfico, por
poseer significado gramatical, frente al significado léxico de las palabras plenas. Puesto que estas últimas
constituyen el grueso de las unidades de una lengua, no es de extrañar que hayan sido el centro de la
actividad lexicográfica; por el contrario, las partículas, sin embargo, además, encima, o
sea, al menos, bueno, claro, mira, ¡hombre!, etc. han recibido en los diccionarios, por la difícil aplicabilidad de las
reglas válidas para otras categorías, una definición residual, caracterizada principalmente por la enumeración
de sinónimos, no siempre coincidentes con el significado de la unidad que se pretende definir: no obstante: sin embargo (Diccionario de español actual, de Seco y otros); así
pues: en consecuencia, por lo cual
(Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española); entonces: equivale a «en ese caso» (Diccionario de uso del español, de María Moliner).
A lo sumo, por tanto, tales definiciones pueden servir para orientar al lector en la
comprensión de un texto, pero en ningún caso ayudan a predecir su uso, ni a distinguir las diferencias entre
su significado y el de otras partículas cercanas o semejantes. Además, muchas partículas, si aparecen, lo
hacen en subentradas.
En otras lenguas existen reflexiones sobre este tema, ya sea como caracterización
programática (Iordanskaja, 1993), ya como descripción particular (Iordanskaja y Mel’cuk, 1995).
Destacables son algunos proyectos lexicográficos, como el diccionario español-francés-portugués de
partículas, coordinado por Anne-Marie Spanoghe (1996) o el ya concluido Dictionnaire
explicatif et combinatoire du français contemporain, de Mel’cuk et al. (1999), que, a pesar de su
carácter general, ha prestado una atención especial al tratamiento de las conjunciones. Sin olvidar que todo
proyecto de este tipo sigue teniendo como modelo el Wörterbuch der deutscher
Partikeln, de Helbig (1992).
En las últimas décadas la investigación lingüística ha prestado especial atención al estudio
de la relación entre la lengua y su uso. Y, por ello, las partículas discursivas se han convertido, en un objeto
de estudio preferente en las más diversas lenguas. Las
descripciones, sin embargo, no cubren el conjunto de las partículas discursivas del español, se realizan desde
enfoques diferentes y son accesibles tan sólo a lectores especializados. Por otra parte, las informaciones que
se encuentran en las gramáticas, como sucede en la Gramática descriptiva de la lengua
española (1999), editada por I. Bosque y V. Demonte, están dirigidas a estudiosos del idioma más
que a un público general interesado por el español, además de hallarse diseminadas en distintas partes de la
obra, por lo que la consulta es, cuando menos, costosa.
Así las cosas, nuestro objetivo fue la redacción de un Diccionario de
partículas discursivas del español (DPDE) que resolviera algunas de estas carencias. En su
confección se han aplicado a la descripción lexicográfica los avances obtenidos en la investigación
pragmática y el análisis del discurso, procurando evitar las deficiencias clásicas en la definición de este tipo
de entradas (circularidad en la definición, falsos sinónimos, etc.) y ampliando a la vez el catálogo de
informaciones sobre su uso (véanse más adelante los distintos campos: «prosodia y puntuación», «registro»,
«posición», etc.), que aparecen de manera sistemática y no de modo aislado, como hasta ahora.
En esta tarea hemos tenido varias circunstancias favorables: los numerosos trabajos y
monografías sobre partículas publicados en los últimos años nos han ayudado a comprender los principios
que rigen su funcionamiento, el desarrollo de grandes corpus de referencia ha permitido el fácil acceso a los
datos y, asimismo, los avances informáticos nos han dotado de medios que han facilitado la exposición de
los resultados. Para beneficiarnos de esta última circunstancia, el DPDE se presenta inicialmente en formato
electrónico, aunque más tarde tendrá una edición impresa.
Deseamos que el DPDE sea útil tanto a los hablantes nativos que quieren perfeccionar el
dominio de su idioma, como a los traductores, a los profesores y estudiantes de español como lengua
extranjera, que hallan en estas unidades una de las principales dificultades en su aprendizaje.
No olvidemos que el dominio del uso de estos marcadores es fundamental para el
desarrollo de la competencia discursiva, es decir, para la organización del
discurso, y de la competencia pragmática, en tanto que el marcador forma parte
de un conjunto de estrategias interaccionales. De hecho, instruyen sobre la actividad argumentativa y la
interpretación de los enunciados, ayudan a formular y reformular los enunciados, ordenan otra veces la
materia discursiva y, en fin, controlan con frecuencia el contacto.
[...]
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