Queridos colegas,
va la recomendación de que lean el ensayo "Diálogo con quien se deje animar" de Pura López-Colomé, que aparece en el número 65 del Periódico de Poesía de la UNAM, correspondiente a diciembre 2013 - enero 2014, en su sección Cartapacios.
Además de Cartapacios, que reúne ensayos sobre traducción de poesía, otra sección permanente es la Mesa de Traducciones, cuya convocatoria está siempre abierta. Por ejemplo, en el mismo número 65, la Mesa presenta dos poemas de Andreu Vidal por Juan Bufill, tres de Silvia Plath y otro de Bob Hickock por Daniela Birt y "Notaciones sobre el horizonte" de Yves Bonnefoy por Arturo Carrera.
Me pareció que el ensayo de Pura López-Colomé se puede leer al menos de dos maneras. Podemos leer su oleaje, lleno de referencias, nombres y apellidos, títulos, fechas, épocas, generaciones, bandos enfrentados, pistas, citas, estilos, posturas, etc., toda una guía de lectura. O bien, podemos sumergirnos y leer las corrientes de fondo, potentes, imposibles de nombrar o enlistar.
Para que se dejen animar por su fuerza oceánica, va un trocito, y saludos,
Lucrecia
[...]
Quienes nos hemos pasado la vida
merodeando al más intenso, más
cargado de energía, más complejo
y económico ser de palabras —
distinguiendo su presencia sólo a
ratos y en contadas ocasiones—,
precisamente por lo que revela, no
nos conformamos, y seguimos a
la espera de una aparición más: no
nos
resignamos a no volverlo a ver. Creo que lo mismo funciona
para
cualquier actividad artística que se tome en serio. Dietrich
Fischer-
Dieskau, el octogenario barítono alemán (responsable de
que la
poesía no haya muerto del todo en alemán, gracias al ímpetu
que
dio al Lied), afirmó en una entrevista haberse pasado la vida
merodeando el “Winterreise” de Schubert, habiéndolo grabado
profesionalmente cincuenta y tantas veces. ¿Habrá logrado,
finalmente, ver de frente a Schubert, distinguir en la negra
superficie de esa córnea el brillo de un mar interior? La respuesta
vendría de inmediato, al escuchar su última grabación: Schubert
lo
ha visto a él. Uno puede traducir, entonces, no merced a la
prolongada inmersión en la poesía de un equis poeta, sino a la
prolongada inmersión de ella en uno. Mucho —todo nuestro tiempo
concedido tal vez— hay que acercarse a esos umbrales, sin embargo:
vivir ahí, en realidad, para que los resultados no parezcan
un mero
alarde, rayano en lo temerario.
[...]
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