El oficio de traducir lenguas lejanas
Miércoles 07 de noviembre de 2012
Yanet Aguilar Sosa
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Nota tomada de: http://www.eluniversal.com.mx/notas/881332.html
El Nobel al chino Mo Yan
nos descubrió que en México aún dependemos mucho de traductores
españoles, pero aquí también hay conocedores del griego, ruso, polaco,
coreano, japonés... Estas son las historias de sus pasiones literarias
SELMA ANCIRA. En
33 años ha traducido al español la obra de autores como Yorgos Seferis,
Marina Tsvietáieva, Ivám Goncharov, Yannis Ritsos, Yákovos Kampanellis,
Mijaíl Bulgákov y Pushkin y Chéjov entre otros.
Justo el día en que el escritor chino Mo Yan fue designado ganador del Premio Nobel de Literatura 2012 y
los lectores del mundo hispano se lanzaron a las librerías para comprar
sus libros, no sólo descubrieron que las novelas del narrador las tenía
una pequeña editorial independiente, también cayeron en la cuenta de
que esa narrativa tiene poquísimos traductores.
En México, donde no estaban las novelas emblemáticas del autor, los
lectores confirmaron también que el chino, el japonés, el polaco, el
ruso, el lituano, el coreano, el rumano y otros tantos idiomas "raros"
no son tan atractivos para el común de los traductores; además que
quienes traducen de esas lenguas se cuentan con los dedos de una sola
mano y que las traducciones que llegan a nuestro país vienen de
España.
Aunque ese jueves 11 de octubre quedó claro que en México son muchísimos
los traductores que trabajan la literatura en inglés, francés e
italiano, existen poetas, narradores y ensayistas que trabajan la
literatura rusa, griega, polaca, coreana, japonesa, alemana y lituana; y
lo hacen con gran entrega y seriedad.
Hace dos días, al ser anunciada como la ganadora de la primera edición del Premio de Traducción Literaria "Tomás Segovia",
la filóloga y traductora del ruso Selma Ancira señaló en entrevista
telefónica que para esa labor no existe ninguna fórmula, sino que "hay que saber escuchar a los autores".
Días antes de que se diera a conocer la noticia, en entrevista con EL UNIVERSAL, vía correo electrónico, Selma Ancira
recordó que en 1980, tras la lectura de las cartas que se cruzaron
Tsvetáieva, Pasternak y Rilke en el verano de 1926, se supo traductora y
a ese oficio ha dedicado 33 años. "Era una necesidad imperiosa y no paré hasta terminar el libro. A partir de ese momento, he dedicado mi vida a traducir".
La traductora que ha traído al español y en particular a México -donde
le han publicado casi la totalidad- la obra de autores como Yorgos
Seferis, Marina Tsvitáieva, Iván Goncharov, Yannis Ritsos, Yákovos
Kampanellis, Mijail Bulgákov y Pushkin y Chéjov entre otros, dijo:
"La traducción literaria es mi elemento. He elegido a los autores y
los libros que he traducido, que son aquellos con los que soy afín,
aquellos de los que puedo decir, esto lo habría escrito yo, o bien, así
me habría gustado escribir esto si lo hubiera escrito yo. Traduzco del
ruso y del griego porque amo Grecia y su cultura, y amo Rusia y su
cultura. Son dos literaturas riquísimas, inagotables, y de las que yo me
siento cercana".
Ni para ella ni para otros traductores como Gerardo Beltrán, que traduce
del polaco y el lituano; Raúl Aceves, traductor del coreano; Héctor
Orestes Aguilar y Javier García Galiano, que lo hacen del alemán, ha
sido difícil publicar en nuestro país.
¿Traducir para qué?
Pero la realidad es que sí es difícil publicar traducciones de esas lenguas en México. Juan Carlos Rodríguez Aguilar,
subgerente de Literatura y Arte del Fondo de Cultura Económica,
editorial que junto con la Universidad Veracruzana son las casas que más
traducen en el país, aseguró que "en términos generales, no publicamos literatura traducida".
El editor comentó: "Cuando llegamos a publicar algo de literatura en
traducción (por ejemplo, los libros de nuestra serie "Para leer a...")
regularmente es de los idiomas francés e inglés. Nuestro catálogo
fuerte de obras traducidas no es de literatura sino de humanidades,
pero, incluso ahí, la casi totalidad de las obras se traducen de esos
idiomas ‘comunes'".
Para dar cuenta de lo poco que se traduce, Rodríguez Aguilar nos dio un
cuadro con los porcentajes de los idiomas de los que históricamente más
han traducido: inglés 60% (2 mil 286 obras), francés 22% (853 obras),
alemán 9% (331 obras), italiano 3% (123 obras), portugués 2% (85 obras),
del español a otras lenguas 1% (32 obras) y otras lenguas 3% (107
obras), allí justo se incluye al chino, japonés, polaco, ruso, lituano,
coreano, rumano y otros tantos idiomas.
Gerardo Beltrán, quien vive en Varsovia y traduce del
polaco y lituano, dijo en entrevista vía correo que a él no le parece
especialmente complicado, o quizá ha tenido mucha suerte.
"Tenemos editores muy abiertos a todo lo que es nuevo, interesante y
de calidad, sobre todo lo que viene de lenguas y literaturas menos
conocidas. El problema suele ser más bien de presupuesto, pero muchos
editores están dispuestos a arriesgar".
Beltrán tiene claro que lo que les ayuda en su labor de traductores son
los mecanismos institucionales que apoyan, como los del FONCA, y en el
caso concreto de Polonia, el Instituto del Libro Polaco, que cofinancia
ediciones de literatura polaca en cualquier lengua, ya sea pagando la
traducción o los derechos de autor.
La pequeña gran tradición
Elsa Cecilia Frost, la investigadora y traductora mayor del alemán, señalaba que
"traducir sería como colocarnos en dos rieles, en dos carriles, el de
las dos lenguas, la de origen y la de destino, para que vayan concordes
en la lectura de la traducción".
Con ella otros, entre los cuales están Javier García Galiano y Héctor
Orestes Aguilar, son traductores que se han dedicado a este difícil
labor.
Javier García Galiano dijo que él aprendió alemán porque le interesaba la filosofía y la filosofía estaba en alemán, en griego antiguo y en latín. "Después
de querer ser cineasta y futbolista, tenía que hacer algo, trabajar o
estudiar alguna carrera y decidí estudiar literatura alemana porque
sabía alemán".
Después todo vino como en cascada, su amigo Juan José Reyes, que dirigía
la revista Textual, le pidió una traducción de Joseph Olried y otros
textos. "Al principio no me gustaba nada, luego como pasa a todos los masoquistas, me empezó a gustar".
Héctor Orestes Aguilar lo ha
hecho como oficio y como manera de acercarse a la nación que llega, ha
sido miembro del Servicio Diplomático Mexicano y a esa faceta debe su
acercamiento al alemán, al austriaco y a la literatura de Europa del
Este.
"En México no hay vinculación con la
lengua alemana ni con la producción de las literaturas de lengua alemana
en español, como sucede en otros países de América Latina, como en
Chile, Argentina, Brasil y Colombia, que produjo la mejor revista de
temas alemanes que ha habido en habla hispana en todo el siglo XX que
fue la revista Eco. Sin embargo, hoy cada vez hay más estudiantes de
lenguas alemanas y cada vez más estudiantes de lengua alemana se dedican
a la traducción", dijo.
Así, sin muchos apoyos, con literatura maravillosa que espera ser
trasladada al español, con autores como el chino Mo Yan -que apenas
empiezan a verse en México-, la traducción hecha desde nuestro país
sigue su camino, entre una tradición añeja y un hambre de conocer el
mundo a través de la literatura.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario