Queridos colegas,
Iván Garcia nos comparte este texto, reseña del libro Ladridos, astros, agonías. Rilke y Broch en el lector Rulfo de Víctor Jiménez, sobre las relaciones que el autor mexicano estableció, a través de la lectura, con los dos autores alemanes.
El texto aparece también en el último número de la revista "Crítica".
El texto aparece también en el último número de la revista "Crítica".
¡Que lo disfruten!
Rulfo, lector de
traducciones
por Iván García
Es agosto de 1946. Arístides
Gregori –nombre remoto, escondido– acaba de publicar en Argentina su traducción
de una de las grandes obras de todos los tiempos: La muerte de Virgilio, de Hermann Broch –nombre un poco más sonoro–,
que publicó su libro a fines de junio de 1945. Es, también, fines de 1946 o
principios de 1947: Juan Rulfo está leyendo ya esa traducción, y de manera muy
acuciosa. En su ejemplar argentino, hay corchetes, llaves y varias otras marcas.
Incluso, en la página 75, hay una pequeña enmienda de ritmo. Quién sabe, quizá
hasta copió algunas páginas a mano o a máquina, como solía hacerlo con los
libros que más le interesaban. Lo cierto es que Gregori, Broch y Rulfo, en esos
años luminosos para la literatura, dieron un ejemplo de lo que realmente es tener
interés por las palabras.
Que Rulfo no fue un lector “básico”,
con una formación exigua, es algo que ya tendría que estar totalmente claro. Suficientes
esfuerzos se han hecho para desbaratar ese disparate. Que Rulfo no se
enganchara con la imagen de un lector con tufos aristocráticos, es otra cosa. Pero
lector era, y un gran lector, como ya hemos podido advertir en Retales, en sus versiones de las Elegías de Duino y en su gusto por los
cronistas novohispanos, por citar apenas tres ejemplos. Otra cosa es también
que no fuera de esos lectores que se apresuran a manejar libros y autores con
una solvencia insoportable. Su relación con las palabras pasaba por una oscura,
lúcida y fecunda asimilación.
Ladridos, astros, agonías. Rilke y Broch en el lector Rulfo, del arquitecto Víctor Jiménez, es una de las más recientes obras difundidas por la Fundación Juan Rulfo, que dirige el propio Jiménez. Su cometido es muy simple: culminar un acercamiento a Rulfo que nos permita ver, como explica Alberto Vital en el prefacio, “que estamos ante un autor de lecturas muy amplias” y que “no fue un autor testimonial o realista a la manera del realismo decimonónico.” Pero el estudio consigue más. Como advierte también Vital, Jiménez logra despejar aquella otra embestida que busca influencias en el narrador jalisciense para normalizar sus méritos: “Hoy Víctor Jiménez termina de subvertir la fórmula: mientras más lecturas se le detecten, más original será el autor.”
Ladridos, astros, agonías. Rilke y Broch en el lector Rulfo, del arquitecto Víctor Jiménez, es una de las más recientes obras difundidas por la Fundación Juan Rulfo, que dirige el propio Jiménez. Su cometido es muy simple: culminar un acercamiento a Rulfo que nos permita ver, como explica Alberto Vital en el prefacio, “que estamos ante un autor de lecturas muy amplias” y que “no fue un autor testimonial o realista a la manera del realismo decimonónico.” Pero el estudio consigue más. Como advierte también Vital, Jiménez logra despejar aquella otra embestida que busca influencias en el narrador jalisciense para normalizar sus méritos: “Hoy Víctor Jiménez termina de subvertir la fórmula: mientras más lecturas se le detecten, más original será el autor.”
¿Cómo es esto posible? No por un traslado
tosco de la lectura, como quien busca barajar un capital de formas, sino mediante
una sutil diseminación, mediante ecos –como apunta Jiménez a partir del estudio
de Zarina Martínez (“Juan Rulfo: ecos de Knut Hamsun”). O mediante murmullos –como
tal vez habría dicho Rulfo–, donde la palabra ha perdido solidez, límites
reconocibles, para volverse flujo. Incide también, desde luego, el estudio de
mecanismos y herramientas que a menudo no están o no son habituales en nuestra
lengua y que a veces llegan con la traducción (es decir, con la lengua de
llegada extrañándose de sí misma a raíz de lo traducido, con la lengua de
llegada traicionándose gracias a ese elemento que contrabandea la traducción). Pero
aun esto debe hacerse eco, diseminación, flujo casi sanguíneo. El murmullo
tiene la virtud de hacerse dúctil, atravesar interregnos, crear aleación con
otros elementos, y esto permite que en vez de tener un encajamiento explícito de
formas, tengamos una gama de fuerzas alimentando la vitalidad de un nuevo
original.
Rainer Maria Rilke |
Juan Rulfo |
La segunda parte del ensayo está
dedicada a distinguir la presencia de La
muerte de Virgilio en Rulfo, quien no sólo leyó la versión de Gregori, sino
que también adquirió la que José María Ripalda hiciera a partir de la del
traductor argentino. Sin embargo, a diferencia del escrito juvenil de Rilke –donde
podemos encontrar “las mismas palabras de la traducción de García Máynez en
unas pocas expresiones cortas y aisladas de Rulfo”–, la “transmisión” o el
“trasvase” de algunas ideas y expresiones de Broch se da de un modo muy distinto.
Aún así, astros y agonías, más “la noche, con su densa negrura”, que dominan la
narrativa de Broch, encuentran empatía en la de Rulfo: “en algunos cuentos
–como apunta el especialista– y en Pedro
Páramo la noche es sin duda parte importante de lo que ocurre en cada
narración, y en la novela una estrella, la vespertina –asociada a la luna–,
tiene un papel destacado como tema crípticamente significativo en el desarrollo
de los acontecimientos: algo similar ocurre con la luna en algunos cuentos y
parcialmente en Pedro Páramo”. No
hace falta recordar que abundan las agonías en Rulfo. Además, advierte Jiménez
sobre Broch, “en el terreno de la escritura es muy notorio el recurso a la
repetición de palabras dos, tres o cuatro veces en la misma frase o el mismo
párrafo, sin preocupación alguna por lo que diría un manual de estilo: el
lector puede recordar que esto es algo característico también de la obra de
Rulfo.” El análisis de Jiménez es más minucioso, pero baste con estos ejemplos
para dar una idea de su cometido.
Si el ensayista se aventura a trabajar
con todas estas “huellas posibles” de Rilke y Broch, dos nombres absolutos de
la literatura mundial, no es para acercarle respaldos a la obra de Rulfo. Ésta
no necesita ninguno. Lo hace para señalar que Rulfo fue un gran lector (no sólo
por la cantidad de libros que leyó, sino por el modo en que lo hizo) y que ver
en él a un autor realista es perderse de prácticamente todo. Eso lo logra Jiménez
de manera notable, con una escritura sobria y respetuosa, acorde con lo que
está estudiando.
Hermann Broch |
¿Que la tremenda traducción de Gregori-Ripalda en realidad no es adecuada? Es
posible. José María Pérez Gay, en El
imperio perdido, dedica un ensayo a Broch y allí señala: “La muerte de Virgilio es una búsqueda y
una reconquista del lenguaje; un acto de fe en los poderes de la literatura. Es
además una novela casi intraducible. El idioma alemán utiliza el sustantivo, en
cierto modo, como una oración o frase condensada. Su capacidad de construir vocablos
compuestos no tiene límites. En inglés, francés o español el sustantivo
desempeña una función sintáctica distinta. Los vocablos compuestos casi no
existen. De acuerdo a la estructura del idioma alemán, la fuerza narrativa de La muerte de Virgilio y su poder musical
descansan sobre los sustantivos: sus diferentes combinaciones regresan siempre
al tema central. Al desconocer esta técnica, los traductores de Broch al
español –Gregori y Ripalda– convirtieron la novela en un texto casi ilegible.” Dice
además que Jean Starr Untermeyer, la traductora del libro al inglés, trabajó
con Broch en “una relación simbiótica” durante seis años y que el resultado fue
asombroso (incluso, se sabe que los últimos capítulos en alemán y su traducción
al inglés se hicieron con diferencia de días). Otro tanto pasó con Albert Kohn,
el traductor al francés, con quien Broch trabajó dos meses en la revisión. Desconozco
si Gregori no tuvo la suerte de contactar al autor (o a Untermeyer, ya que el
argentino también traducía del inglés). Desconozco si Ripalda se pronunció al
respecto del juicio de Pérez Gay. Lo cierto es que si la traducción de
Gregori-Ripalda es errática, eso errático configuró para Rulfo una lectura impactante,
tal como lo sigue siendo hasta nuestros días.
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